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Cuidado físico del violín

25 Apr 11 - 21:17

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CONSIDERACIONES SOBRE

LA MOTRICIDAD DEL VIOLINISTA:

EFECTOS DE SU SOBRECARGA

Y PROPUESTAS PARA SU

TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN

PABLO ALLENDE AGUILERA

T R A B A J O D E I N V E S T I G A C I Ó N

He elegido este tema para el trabajo de

investigación fin de carrera porque considero

que la prevención de las patologías a las que

se expone el violinista es una cuestión de suma

importancia, dado el alto riesgo de que se

produzcan y el hecho de que ponen en juego

tanto nuestra salud como nuestra trayectoria

profesional.

El trabajo se estructura en los siguientes apartados: Descripción

anatómica y funcional de las partes que intervienen

en la interpretación al violín; estudio de la motricidad específica

del violinista, es decir, qué movimientos y posiciones realiza

el violinista y los músculos que los llevan a cabo; posibles

patologías que pueden afectar a dicha anatomía; y, finalmente,

diferentes propuestas para su tratamiento y prevención.

Las principales conclusiones a las que he llegado en mi trabajo

son las que describo someramente a continuación:

1) Tocar el violín implica la utilización de todo el cuerpo y,

en concreto, de numerosos músculos y articulaciones del cuello,

hombro, brazo, antebrazo y mano. A la hora de estudiar

el movimiento habría que distinguir entre motricidad gruesa

y motricidad fina. La motricidad gruesa y global del cuerpo

es desarrollada por las grandes masas musculares de la espalda,

pectorales, abdomen y piernas. Si nos centramos en el hombro,

la motricidad es desempeñada por un conjunto de músculos

grandes que forman la cintura escapular. Se trata de un complicado

engranaje anatómico que coloquialmente denominamos

“hombro” y que está formado por varias articulaciones

(esternoclavicular, acromioclavicular y escapulohumeral) y

numerosos músculos (serrato mayor, subclavio, esternocleidomastoideo,

elevador del omóplato, romboides, trapecio, subescapular,

supraespinoso, infraespinoso, redondo menor, pectoral

mayor, dorsal ancho, redondo mayor y deltoides).

La motricidad fina radica en movimientos más precisos y se

efectúa con un mayor número de músculos aunque de menor

tamaño, y tiene lugar con diferentes movimientos de los codos,

muñecas y dedos de ambas manos, con lo cual, para la práctica

del violín es necesaria también la participación de otros músculos

añadidos a los de la cintura escapular: braquial anterior,

supinador largo, bíceps, tríceps, pronador redondo y cuadrado,

supinador corto y largo, palmar mayor y menor, cubital anterior

y posterior, radiales, flexores y extensores extrínsecos de la

mano, y musculatura propia del pulgar.

Estas partes anatómicas llevan a cabo diferentes movimientos

y posiciones en la práctica violinística: abducción, aducción,

elevación, rotación externa e interna, antepulsión, retropulsión,

flexión, extensión, pronación y supinación. Las posiciones

y movimientos mencionados son diferentes en los lados

izquierdo y derecho del cuerpo del violinista: se mantienen

durante la práctica violinística, han de combinarse con un alto

nivel de complejidad y son extremas en cuanto que se separan

notablemente de los ejes del cuerpo y de la posición anatómica

neutra. Por todo ello, cabe concluir que la motricidad del violinista

es asimétrica, mantenida, compleja y costosa.

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El principal objetivo de mi trabajo es prevenir dichas

patologías mediante secuencias de ejercicios específicos

de diferentes técnicas corporales y fisioterapéuticas.

Para ello será necesario también sensibilizar a estudiantes

y profesionales acerca de la importancia de

compensar la musculatura y aplicar la relajación activa,

así como impulsar la cooperación entre Música, Medicina

y Fisioterapia para poder tratar la cuestión desde

un estudio anatómico, sociológico y acústico.

Por el momento no hay estudios que sigan estas

líneas de investigación, salvo algunos artículos experimentales.

Lo novedoso del planteamiento radica en realizar

un estudio anatómico exhaustivo de la motricidad

del violinista, y así poder aplicar a continuación, siempre

siguiendo pautas científicas, diferentes técnicas corporales

y fisioterapéuticas seleccionadas específicamente para

las necesidades del violinista a raíz del estudio anatómico

del mismo. Por otra parte, el estudio acústico de varias

escalas y piezas musicales nos permite comprobar que con

dichas técnicas el sonido mejora notablemente, incluso en

una primera toma de contacto. Por último, he abordado

también todas estas cuestiones desde un punto de vista sociológico

mediante encuestas a violinistas asturianos, para

tener un conocimiento real de los hábitos y necesidades de

aquellos a quienes va dirigido este estudio.

En este sentido, la propuesta de este trabajo de investigación

resultó ser de gran interés para los destinatarios, ya

que el 93% de los encuestados respondió de manera afirmativa

cuando se les preguntó si estarían interesados en la aplicación

científica de diferentes técnicas al cultivo del violín

con vistas a la prevención de lesiones.

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2) Dichas articulaciones y músculos son susceptibles de sufrir

patologías debidas a diversos factores:

– La ejecución violinística es de por sí una actividad costosa,

repetitiva y normalmente prolongada, que somete al cuerpo

a posiciones asimétricas y, por tanto, sobrecarga y descompensa

fácilmente la musculatura.

– Por otra parte, una técnica incorrecta que vaya en contra

de las posibilidades anatómicas o una postura incorrecta son

en muchas ocasiones factores determinantes para la aparición

de lesiones.

– También los cambios bruscos y los excesos en la intensidad

de la práctica, junto con un calentamiento insuficiente,

contribuyen a sobrecargar la musculatura.

– No podemos olvidar que a todo lo anterior se suma además

el estrés al que puede verse sometido el violinista, así como

otras circunstancias adversas (cambios en la rutina de trabajo,

en el repertorio, el profesor, la técnica…).

– Por último, de ordinario el violinista no está concienciado

sobre la importancia de la prevención al desconocer

generalmente las gravísimas consecuencias que pueden derivarse

de una lesión aguda que podría derivar en crónica (en

algunos casos puede llegar a acabar con la carrera profesional

del afectado). Además, una vez que se ha producido la patología,

suele ser reticente a la hora de solicitar ayuda profesional.

En muchos casos, teme que el especialista recomiende reposo

absoluto (de hecho, el 68% de los encuestados declara no haber

dejado de tocar nunca ante algún síntoma anómalo, y el

24% de ellos ha reposado como mucho uno o varios días, sin

llegar a la semana). A veces incluso, no siempre encuentran

comprensión en el médico, que les receta antiinflamatorios

como a cualquier otro ciudadano, sin profundizar en la causa

concreta de la patología.

La mayoría de encuestados (77%) coincide con respecto a

los factores que ocasionaron la aparición de sus afecciones, que

éstas se deben a un exceso de tensión muscular. Por eso es importante

que la prevención incida precisamente en combatir una

acumulación excesiva de tensión en el músculo esquelético.

3) Las patologías se dividen en lesiones, agudas o crónicas,

y patologías degenerativas.

Las lesiones son provocadas por un exceso de tensión, motivado

por diversos factores externos, que conlleva la sobrecarga

del músculo, tendón o ligamento.

Son agudas las que aparecen de forma ocasional y repentina

y por tanto presentan poco tiempo de evolución. Ejemplos de

lesiones agudas serían: los espasmos musculares, los calambres,

las agujetas, las contracturas “recientes”, el síndrome de sobrecarga

muscular, la tendinitis aguda, el dolor cervical, el dolor

lumbar, etcétera.

Son crónicas las lesiones de mayor tiempo de evolución,

por ejemplo, las tendinitis y contracturas antiguas, la capsulitis,

el síndrome subacromial, epicondilitis, epitrocleitis, síndrome

del desfiladero torácico, síndrome del túnel carpiano, etcétera.

Por otra parte, las patologías degenerativas suponen una

pérdida paulatina de las funciones anatómicas debido a un desgaste

originado por el paso del tiempo. Podríamos citar aquí las

artritis de largo tiempo de evolución y, sobre todo, la artrosis.

Tan sólo un 7% de los encuestados no ha padecido nunca

ninguna dolencia derivada de la práctica del violín, lo que a

sensu contrario supone que un 93% ha tenido problemas físicos.

La mayoría alude a dolor muscular en una zona concreta,

seguido de fatiga y dolor articular concreto. Es preocupante

que a pesar de que el 69% declara que dichas afecciones se presentan

esporádicamente, nada menos que el 24% de ellos las

sufren a menudo. Esto significa que en una población joven de

músicos las patologías comunes van camino de convertirse en

crónicas.

4) A la vista de los datos anteriores, sería necesaria la prevención

de dichas patologías, en especial la prevención primaria,

que busca evitar la aparición de la lesión. También habría

que incidir en la prevención secundaria (diagnóstico y tratamiento

precoces cuando la enfermedad se ha producido pero

no se ha manifestado) y terciaria (frenar el desarrollo de la enfermedad

y evitar secuelas mediante rehabilitación). El fundamento

de la prevención consiste en que cuando una lesión se

ha establecido es muy difícil curarla y puede incluso continuar

durante meses o años interrumpiendo y a veces acabando con

la carrera de algunos instrumentistas, de ahí que la base de una

buena salud esté en la prevención primaria. Llama la atención

que nada menos que el 68% de los encuestados ni siquiera

guarda reposo ante la aparición de la lesión.

En concreto, la prevención consistiría en:

– Desarrollar las cualidades psicomotrices básicas (fuerza,

resistencia, flexibilidad, equilibrio y velocidad) mediante ejercicio

físico, que reporta beneficios importantes para el violinista.

– Incorporar a la vida diaria secuencias de ejercicios específicos,

adaptados a las necesidades de los violinistas, para conseguir

la movilización de músculos y articulaciones que contrarreste

la estaticidad de la columna, el estiramiento y compensación

de aquellas partes que trabajan acortadas y contraídas,

el fortalecimiento y tonificación de aquellas partes que permanecen

estiradas durante la ejecución, para que así sirvan de refuerzo

a las que más trabajan y ayuden a mantener la postura,

la regulación del sistema nervioso autónomo para evitar que

una alta actividad del sistema simpático produzca fatiga en los

músculos, la fluidez y armonía de los movimientos para aplicar

la relajación activa y la corrección de la postura para evitar tensiones

innecesarias y movimientos antinaturales.

A: NO

B: FATIGA O CANSANCIO

C: DOLOR ARTICULAR EN UNA ZONA CONCRETA

D: DOLOR ARTICULAR GENERAL

E: DOLOR MUSCULAR EN UNA ZONA CONCRETA

F: DOLOR MUSCULAR GENERAL

Técnico Afinador

de Pianos

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Para ello podemos aplicar de manera conjunta y científica

diferentes técnicas corporales y fisioterapéuticas: automasaje,

ejercicios terapéuticos, Yoga, Tai Chi y Chi Kung, Pilates, técnica

Alexander, hidroterapia, balneoterapia, hidrocinesiterapia,

etcétera.

– Aplicar una serie de propuestas ergonómicas para evitar

la fatiga y las patologías.

5) Centrándonos en concreto en las técnicas, podríamos

decir sucintamente que:

– El automasaje (figs. 1 y 2) ofrece a los violinistas diferentes

técnicas manuales para aliviar la acumulación excesiva de

tensión en la musculatura en forma de pequeñas contracturas.

Puede utilizarse a diario u ocasionalmente y preferiblemente

durante la sesión de práctica o después de la misma.

– Los ejercicios terapéuticos o estiramientos son imprescindibles

para estirar, compensar y movilizar los músculos y articulaciones

que intervienen en el manejo del violín (figs. 3 y

4). Se recomienda su aplicación antes, durante y después de la

práctica con el instrumento.

– El yoga (figs. 5 y 6) puede ser empleado de forma aplicada

por los violinistas con diferentes objetivos: estiramiento,

compensación, equilibrio, alineamiento corporal, tonificación

y relajación. Es una de las técnicas clave para el músico, combi-

Fig. 1. Amasamiento del antebrazo

Fig. 2. Automovilización del hombro

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Fig. 3. Tríceps y aductores de la escápula

Fig. 4. Extensores de muñeca y dedos

Fig. 5. Ardha uttanasâna con silla y pared

Fig. 6. Ejercicios de brazos con espalderas

Fig. 7. Palmas sol y luna

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nada con los estiramientos y los pasos de automasaje. También

puede utilizarse en todo momento, antes, durante y después

de la práctica, con posturas específicas para cada una de esas

situaciones.

– El Tai Chi y el Chi Kung son técnicas de la tradición milenaria

china que estudian la armonía del movimiento a partir

de una biomecánica corporal correcta. Para el violinista pueden

resultar útiles para desarrollar la sutileza de los gestos y la

relajación activa. En el caso del Chi Kung, también proporciona

ejercicios de estiramiento y movilización (figs. 7 y 8) que

pueden servir de complemento a los de otras técnicas como el

Yoga o el Pilates.

– El Pilates incide de manera más exhaustiva en la tonificación

de los músculos del abdomen (fig. 9), importantes para

mantener una postura correcta al tocar en posición bípeda.

También proporciona, aunque en menor medida, ejercicios de

movilización y estiramiento (fig. 10). Puede resultar más incómoda

que otras técnicas en cuanto a que requiere mucho

esfuerzo mental y corporal y ha de ser aplicada con precaución

para no sufrir fatiga o contracturas.

– La hidroterapia y la balneoterapia son útiles para conseguir

efectos preventivos, e incluso curativos en ciertas ocasiones.

También están a nuestro alcance los ejercicios en el agua,

que presentan ventajas sobre los efectuados en tierra firme (figs.

11 y 12).

– La técnica Alexander, al igual que el Yoga, el Tai Chi, el

Chi Kung y el Pilates, estudia la correcta alineación del cuerpo

y nos ayuda a adoptar una postura natural y equilibrada (figs.

13 y 14).

Es importante saber cómo aplicar en la vida diaria esta variedad

de técnicas. Cada una de ellas incide de manera más exhaustiva

en determinados aspectos y, además, están integradas

por ejercicios con diversos efectos. Por eso he diseñado programas

específicos en los que recomiendo cuáles son las más

adecuadas antes, durante y después de la práctica violinística,

y concretamente qué ejercicios son los que mejor responden

a las necesidades fisiológicas del violinista en cada uno de esos

momentos.

Sólo el 35% de los encuestados practica alguna técnica corporal.

Sin embargo, el 91% se muestra interesado en una secuencia

de ejercicios aplicados. Las respuestas mayoritarias son:

el masaje, los estiramientos, el Yoga y la hidroterapia, seguidos

del Pilates y el Tai Chi.

6) En cuanto al tratamiento (prevención terciaria), también

las diferentes técnicas examinadas pueden contribuir a

una mejor recuperación y a prevenir futuras reincidencias de la

patología, pues ayudan a restablecer la flexibilidad, tonificación

y movilidad de la zona afectada y a disminuir el tono muscular.

Además, caben citar la crioterapia (frío curativo, aplicada

a tendones) y la termoterapia (calor curativo, aplicada a músculos)

como técnicas auxiliares al tratamiento por sus efectos

antiinflamatorio y analgésico.

La importancia del tratamiento también es desconocida por

los encuestados. El 31% de los afectados no adoptó ninguna

medida como tratamiento, ni siquiera reposo. El resto optó por

el masaje (24%), los medicamentos (14%) y la rehabilitación

(11%). El reposo (14%), que debería ser la primera medida a

tomar cuando se presenta algún síntoma, sin embargo normalmente

es descartado, así como el uso de otras técnicas (7%).

7) Las técnicas corporales examinadas no sólo sirven de

prevención y tratamiento de patologías. También contribuyen

a desarrollar una técnica más natural (gracias a la comprensión

Fig. 8. Doblar la espalda con el codo al cielo

Fig. 9. Posición de la uve

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Fig. 10. Estiramiento de piernas y espalda

Fig. 11. Baño frío en una terma romana (balneario de Alange)

Fig. 12. Piscina termal al aire libre (balneario de Alange)

Fig. 13. Alineación y transferencia de peso

Del estudio estadístico realizado

se desprende que, entre los

violinistas, aún no hay una alta

concienciación de la necesidad de

prevenir las patologías a las que

se ven expuestos, a pesar del alto

porcentaje de afecciones, y que se

desconoce la aplicación específica

de estas técnicas

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que se debían a vibrato nervioso en notas aisladas y a tirones del

arco, se atenúan en la segunda. Esta mejoría del sonido se explicaría

por un mayor contacto del arco en la cuerda gracias a que

la relajación activa permite una mejor transmisión del peso del

brazo a la mano que ciñe el arco.

Para concluir, consideramos oportuno efectuar una pequeña

reflexión acerca de la importancia de las cuestiones expuestas.

Del estudio estadístico realizado se desprende que, entre los violinistas,

aún no hay una alta concienciación de la necesidad de

prevenir las patologías a las que se ven expuestos, a pesar del

alto porcentaje de afecciones, y que se desconoce la aplicación

específica de estas técnicas. Así, el 73% de los encuestados ignora

el nombre, origen y fundamento anatómico de las patologías

que sufre, y el 65% no practica técnicas destinadas a prevenir su

aparición. Por otra parte, la percepción corporal, el desarrollo

de una biomecánica natural y la compensación y equilibrio de

la musculatura para evitar lesiones son aspectos imprescindibles

para la salud y la técnica de un violinista y, por tanto, deberían

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